Supongo que a todos los jóvenes nos gusta sentirnos bien y felices, pero hay que entender que ser feliz es mucho más que estar preocupado por estar bien y “por no complicarse la vida”. Las emociones nos ayudan a entender cómo somos y qué es lo que realmente nos importa, qué cosas nos afectan y cómo reaccionamos ante distintas situaciones. Por eso me pareció interesante escribir sobre este tema, ya que los jóvenes en general, en los resultados de la última encuesta Nacional de Juventud, se autocalifican como cómo felices, el 82,6% se considera muy o bastante feliz.
Pero ¿qué entienden ellos por está felicidad?. Muchas veces la gente nos pregunta si somos felices, pero ¿realmente lo pensamos cuando contestamos? ¿Suelen hablar los jóvenes entre ellos sobre este tema? ¿Quién se detiene un día para pensar si es feliz realmente o no?.Cuando se nos hace esta pregunta, nosotros contestamos de forma inmediata. Respondemos inconscientemente, sin pensarlo realmente.¿Por qué contestamos sin plantearnos realmente si somos felices o no? Cuando se nos pregunta “¿Tienes hambre?”, esto no requiere una contestación elaborada, simplemente sentimos hambre o no. Pero la felicidad no implica un simple sí o no, sino que invoca el planteamiento sobre nuestra propia vida, que muchas veces nos asusta y preferimos ignorarlo.
La felicidad es algo que todo el mundo busca. Muchas personas se pasan sus vidas enteras buscándola sin encontrarla y otras afirman haberla encontrado. La felicidad no tiene clase ni condición, no viene con un manual ni es común para todas las personas. No hay una felicidad común, porque todos somos diferentes, entonces no podemos afirmar que lo que a nosotros nos puede alegrar el día, a otros les puede cambiar la vida.
Pienso que el ser humano del siglo 21 se ha convertido en una generación de ambición e insatisfacción, siempre aspirando a más.
Pero, ¿cuándo sentimos realmente que somos felices?,¿por qué nos cuesta tanto admitirlo? Muchas veces parece que nos sentimos culpables por serlo, como si no nos lo mereciésemos, como si nos fuesen a mirar mal por estar contentos. Esto no se debe de confundir con asumir que somos felices. La felicidad no se mide en base a los demás; la felicidad es independiente al resto de las personas, solo tú sabes si realmente eres feliz o no. ¿Pero realmente podemos ser felices sin los demás? ¿Para qué sirve la felicidad si no se puede compartir? Una persona no necesita de los demás para saber si es feliz, pero sí necesita a los demás para ser feliz.
¿Entonces podemos alcanzar la felicidad completa? ¿Se puede conseguir?. Desde mi punto de vista, una persona puede volverse loca intentado alcanzar una felicidad que piensa no tener. La vida es un paseo y en vez de pasarse todo el recorrido mirando al horizonte, uno debe de parar a disfrutar las cosas que hay por el camino. Si miramos siempre al frente, ¿cómo vamos a darnos cuenta de aquellos instantes cuando sí somos felices?. La próxima vez que se nos pregunte si somos felices, nunca más debemos de contestar acompañando con un “pero”: una persona es feliz abiertamente y sin remordimientos.
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